Todas sabemos las dificultades que ocasiona la llegada de un nuevo integrante a la familia.
Caótico fue el arribo de Lo Chiquito, una homeless de las noches porteñas.
Éramos pocos y pario la abuela.
Los Kersenbaum Cat´s alteraron su rutina, sus noches días y tardes se vieron atacados por una pequeña tromba negra, inquieta y hambrienta.
En síntesis: no les quedo mas remedio que usar el plan “patitas pa que las quiero” y huir al ala oeste de la mansión, copar la terraza y mantenerse lo mas inaccesibles al desmelenado ataque de Lo Chiquito y Negro.
Bu Lamarque,

cuyo temperamento es asimilable al de una solterona, hasta el día de hoy no la acepta y sigue planificando su asesinato.
Mimí,
después de un par de días decidió que resultaba un divertido juguete al que cada tanto se le podía propinar algún puñetazo (convengamos que ella también es Una Hallada),
y el pobre Buñuel, The Siam Cat,

Mientras tanto, Kali, Lo Chiquito y Negro, no camina, corre y salta, salta y corre, corre y salta, salta y corre…
2 comentarios:
amo a los gatos.
No entiendo este amor porque como ama de casa que ama lo práctico ,debo reconocer que el gato no sirve para nada.
El perro ,al menos me cuida a mi y a la casa...pero el gato me tiene de esclava.
Despues de tomar decisiones como adueñarse de algunas entradas de la casa,demanda con furia a la madrugada si alguien se olvidó de dejarlas como a él le conviene.
Amo a mi gato y este me usa ,como pueden hacer conmigo si les place y desgraciadamente todas las gentes y cosas que amo y que no son útiles al todo en mi carrera de ama de casa
¡Ese gatito está poseído!
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